lunes, 18 de junio de 2012

De tapas por Cádiz. Las tortillitas de camarones de Piccola

Continuamos nuestro paseo para seguir descubriendo valores gastronómicos y conocer un poco más nuestro barrio. En esta ocasión nos gustaría hablar del Bar Piccola y de sus tortillitas de camarones. 


El bar Piccola es uno de esos establecimientos que uno recuerda de toda la vida, recuerdo de infancia ,cuando iba a jugar a la plaza Mina, ese mostrador que daba a la calle donde vendían porciones de tarta imperial, y mi amiga Cristina Gaditana, hace poco, tomándome allí una cerveza con ella y sus padres, recordaba como de niña se asustaba con las caretas de payaso que forman parte de la decoración del bar. 
Careta del local

El bar Piccola abre sus puertas en mayo de 1962 regentado por Emilio Sancho, padre de Luis, el actual propietario del establecimiento, que nos comentaba cómo de niño su padre le castigaba trabajando en el bar porque no era muy buen estudiante, pero finalmente estudió y se centró en el sector del metal, un tanto alejado de la hostelería, y trabajó en Aeronáutica hasta que su padre decide jubilarse y le ofrece continuar con el negocio familiar, y me imagino que tras darle muchas vueltas a la cabeza, pues la decisión lo requería, deja su trabajo, en el que llevaba más de diez años, para dedicarse al pequeño bar de su padre de la calle San José. Hoy día no se arrepiente de su decisión pues gracias al bar ha podido conocer a mucha gente buena.

Mientras charlamos, y entre cerveza y cerveza, salen unos langostinitos a la plancha, de esos que les chupas hasta las patas, y nos comenta que él sus productos los compra en la plaza de Cádiz, destacando los viernes que es cuando compra pescado y marisco fresco para el fin de semana normalmente en el puesto de Paco de la Rosa "que es de plena confianza".


Al terminar de hablar de los productos, la fuente de tortillitas de camarones ha aparecido sobre la barra,
éstas apiladas, se muestran sequitas, sin grumos y llenas de encajes, toda una señora tortillita de camarones alejada de esas pringosas que puedes escurrirle el aceite y se repiten durante horas. Al preguntarle a Luis por las tortillas, humildemente dice que son muy fáciles, que solo necesita harina de garbanzos, de trigo, cebolleta, camarones, perejil, agua y sal y papel absorbente. Pero yo no muy convencido con esa supuesta sencillez continúo preguntando y descubro que los secretos son dos: el aceite, tanto que tiene que estar muy limpio como en el punto de temperatura y la experiencia, "cuando hayas hecho 100 tortillitas, la 101 seguro que te sale bien".


Plaff, una impresionante fuente de pescado frito es posada sobre el mostrador, llamando la atención de todos los que estábamos allí, en ese momento se interrumpe la conversación, pijotitas, acedías, salmonetes y gallo nos esperan, el silencio se hace en el bar, y tres de nuestros acompañantes, sentados en fila india no prestan más atención que a su plato de pescado, ni una palabra, se escucha decir con guasa "¡que bien se están portando hoy los niños!" seguido de un "¡Que bueno está esto chiquillo!". Realmente el pescado estaba muy bueno, fresquísimo, destacando las pijotitas que hacía mucho tiempo que no me comía unas tan buenas. 


Volviendo al mundo, le comentamos a Luis que su clientela suele ser una clientela fija, de muchos años, clientes, que muchos de ellos comen allí a diario, o de fines de semana, corroborado por Juan, que nos dice que lleva yendo allí a comer desde hace más de 30 años, y yo, que no puedo evitarlo le pregunto: ¿Qué es lo que hace para mantenerlos durante tanto tiempo, con lo difícil que es la fidelidad en la hostelería? A lo que me responde que dándoles calidad, precio y un trato muy personalizado para que se sientan como en su propia casa. "mis clientes, si fuera necesario, se metían mañana conmigo en la cocina" comenta orgulloso.

Nuestra charla estaba concluyendo  porque Luis tenía que irse corriendo a dar un cattering, tema que me dio pié para hablar con él y que espero próximamente os comentemos en una nueva entrada, pero no podía irse sin acordarse de Juan Bernal Muñoz, gran camarero y enamorado del bar "si le hubiera puesto una cama aquí, hubiera sido el hombre más feliz" así que tras unas pocas cervezas y con el estómago muy satisfecho nos despedimos hasta otro día. 

Ficha del establecimiento:
Nombre del establecimiento: Bar Piccola.
Localización:

Dirección: Calle San José 4

Población: Cádiz

Teléfono: 956 22 50 99

e-mail:  luissancho@ono.com
Horario: Abierto todos los días excepto los domingos y sábados noche.
Fecha de apertura: Emilio Sancho abrió el establecimiento el 1 de mayo de 1962
Descripción: El establecimiento es un pequeño local con cuatro mesitas en la entrada y una larga barra. 

La cocina se encuentra a cargo de Luis Sancho, y en la barra cuenta con el servicio de Jesús y Lolo. La carta incluye platos caseros, muchos guisos, destacan sus garbanzos con langostinos, sus croquetas caseras, el pescado frito, el bacalao, las tortillitas de camarones, la ensaladilla, y los guisos del día de Luis.
Valor añadido: Recomendamos este establecimiento por:

  • Tienen unas estupendas tortillitas de camarones, según algunos "al estilo antiguo de la Venta de Vargas".
  • Los viernes y sábados cuenta con pescados y mariscos muy frescos y de gran calidad.
  • Entre semana, es uno de esos sitios donde puedes comer tranquilamente comida casera, si no te ha dado tiempo de preparar nada en casa.
  • Su ensaladilla es famosa, ya fue recomendada por Pepe Monforte en su página en el siguiente enlace: cosas de come. Ensaladilla al ajillo







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